Cada edición del “Premio Ingeniero del Año en Asturias”, los galardonados en cada una de las categorías reciben una escultura de la artista asturiana María Jesús Rodríguez.
Su reconocida trayectoria y su influencia en el panorama artístico asturiano hacen de María Jesús la persona idónea para concebir y materializar el galardón “Premio ingeniero del año en Asturias” en una pieza única y original.
Para este premio, la escultora ha seleccionado el aluminio por su relación con el sector de la ingeniería. Piezas realizadas en aluminio macizo, grabadas, coloreadas con tinta de impresión y barnizadas, pensada para ser colocada tanto vertical como horizontalmente.
Los dibujos grabados representan los pequeños fragmentos de la naturaleza más humilde pero que, sin embargo, construye nuestro mundo: prados, cunetas huertas, pedreros, caminos, malas hierbas, etc.
Los títulos se inspiran en la toponimia menor, el sitio exacto de donde procede el dibujo.
La artista. María Jesús Rodríguez
Se forma académicamente en la Escuela de Artes Aplicadas de Oviedo, donde conoce a otros artistas con los que más tarde conformará el Grupo ABRA, un referente de la creación asturiana en la década de los 80.
María Jesús Rodríguez es una de las artistas plásticas contemporáneas de trayectoria más sólida en el Principado de Asturias. Su trabajo disciplinado y sus numerosas exposiciones avalan la carrera de esta creadora de gran influencia en el arte asturiano.
Ha realizado diversas exposiciones en Alemania, EEUU, Francia y Suiza y su labor artística ha sido reconocida con varios premios como el Primer Premio del Certamen Nacional de Pintura de Luarca, en 1983, o el Proyecto Transfer, en Munster, Alemania.
Su interés en la mezcla entre materiales industriales y la naturaleza es palpable en toda su obra. La forma en que ambos coexisten, su perfecta combinación o su marcado contraste son fuente de inspiración para la ovetense. Claro ejemplo de ello son algunas de sus obras como, por ejemplo, “En la memoria” (1999), ubicada en la Plaza Europa de Gijón. Dos esculturas de hierro fundido que emergen del agua como restos o memoria de una antigua civilización imaginada.